Producción de tilianina y actividad vasorrelajante de plantas silvestres y cultivos in vitro de Agastache mexicana

Los flavonoides derivados de plantas tienen importantes actividades biológicas, como: antioxidante, cardioprotector, hepatoprotector, antiinflamatorio, anticancerígeno, antidiabético y antihiperlipidémico, entre otras, debido a estas propiedades son utilizados para tratar una amplia variedad de enfermedades crónico degenerativas (Kumar y Pandey, 2013; Babu y Gilber, 2013; Madrigal-Santillán et al., 2013). La tilianina es un flavonoide tipo flavona, sus actividades antiinflamatorias, vasorrelajantes y antiaterogénicas lo describen como un agente antihipertensivo (Hernández-Abreu et al., 2009; Hernández-Abreu et al., 2011; García-Díaz et al., 2016) que contribuye a controlar enfermedades como la hipertensión arterial o la diabetes. Ambas enfermedades tienen una elevada prevalencia a nivel mundial y representan importantes factores de riesgo cardiovascular (Groop et al., 2014; ISSM 2015; OMS, 2016). Agastache mexicana es una planta utilizada en la medicina tradicional para tratar la hipertensión, la ansiedad y otras enfermedades relacionadas; hasta ahora es la especie vegetal reportada como mayor productora de tilianina (8 mg/g de peso seco), por ello es considerada un candidato idóneo para la obtención de esta flavona (Ibarra-Alvarado et al., 2010; Hernández-Abreu et al., 2011; González-Trujano et al., 2012, Zielinska et al., 2014; García-Díaz et al., 2016). Actualmente, la producción de tilianina a partir de A. mexicana está limitada, pues la variación estacional y diversos factores ambientales influyen en la obtención del material vegetal, debido a que su cultivo se realiza en pequeñas parcelas o traspatios y esto impide la homogeneidad del producto y en un futuro la comercialización de este compuesto (Estrada 1995; SAGARPA 2012; Cesáreo J. 2008; Juárez et al., 2013). Una alternativa para la producción de flavonoides es mediante la Cano Asseleih 1997 síntesis química (Babii et al., 2018) o a través del uso de cultivos vegetales, específicamente, cultivos de células en suspensión u órganos (Bharati et al., 2014), los cuales han sido reconocidos como posibles opciones para reemplazar plantas completas como fuentes de compuestos bioactivos, con el fin de producirse a nivel industrial (Huang et al., 2012; http://www.rootec.com).