La piedad o el dulce tormento de perderse

Mirando a través del relato Amor, de Clarice Lispector, se recorre el derrumbe de una mujer doméstica y adepta a la perfección cuando es invadida por un sentimiento de piedad. El autor lo relanza como una crítica de la visión cristiana de la piedad, la cual lo ve como un sufrimiento que arropa otro sufrimiento para hacerlo triunfar o redimirlo. Aquí se cuestiona y se redefine la piedad como experiencia transgresiva que, al poner al cuerpo a prueba, pierde sus asideros. La piedad quedará entonces más del lado de la agonía y la muerte que de la misericordia y el dolor compartido. Se trata de una reformulación de este afecto en términos de la experiencia del límite y la transgresión, a la manera de Bataille: experiencia de la no-experiencia, del afuera, ahí donde el lenguaje es puro balbuceo.