Hongos: guardianes, niños santos y ¿boletos para viajar?

ALMA ROSA AGAPITO OCAMPO ; MAURA TELLEZ TELLEZ

Mientras caminaba por el bosque con mis amigos (Luis, Benjamín, Reyes y Mariel) comencé a contarles que cuando era pequeña disfrutaba ir a recolectar hongos con mi abuelita, hongos que ella vendía, aunque algunos eran para nuestro propio consumo. Ella sabía cuáles eran comestibles, tóxicos y alucinógenos, conocimiento que adquirió de sus abuelitos y nos enseñaba a nosotros. Cuando teníamos que ir a recolectar, debíamos salir antes del amanecer, alistábamos nuestras canastas y esperábamos ansiosos para salir de casa e incluso íbamos mientras llovía. “La verdad era algo fabuloso vivir esa experiencia, siempre nos enseñó a respetar la naturaleza, ya que de ella provienen nuestros alimentos”, les dije a mis amigos. Cada que llega la temporada de lluvias y el famoso “Hongosto” (temporada de hongos silvestres), conocido así porque en estas fechas hay más incremento de lluvias y la temperatura aumenta, hay más hongos silvestres para recolectar. Mi abuelita sabía muchas cosas relacionadas a los hongos y ahora que ya no está, la extraño mucho. Nos disponíamos a descansar, el día estaba un poco lluvioso y se formó un arcoíris hermoso, un espectáculo de colores impresionante. El clima estaba húmedo, las condiciones perfectas para encontrar hongos en el bosque. De pronto, Mariel, a quien había perdido de mi vista un rato, se paró frente a todos y nos preguntó si no veíamos un pitufo bailando la “macarena”. “¿Un pitufo?”, pensé. Los pitufos forman parte de la niñez de todo millenial que se respete. ¡Quien no ha visto a Los Pitufos no tuvo infancia! Estas pequeñas criaturas se caracterizan por ser de color azul y vivir en casas en forma de hongo en el bosque. ¿Pero por qué Mariel preguntaba eso? Por un momento creí que se estaba volviendo loca, o quizás, al igual que Alicia, por ir en busca de un conejo blanco a una madriguera, llegó a un lugar que sobrepasaba los límites de la realidad en que vivimos. Me acerqué a ella y vi que llevaba en las manos unos hongos. Mi amiga Mariel estaba maravillada con su descubrimiento y no la culpé. La verdad ir al bosque y encontrar hongos es la actividad más divertida que existe. Pero ella había encontrado unos alucinógenos y se los había comido. Nos preocupamos por las cosas raras que decía, pero les dije a los demás que Mariel estaba bien, sólo teníamos que esperar a que pasaran los efectos.

Tipo de documento: Artículo

Formato: Adobe PDF

Audiencia: Público en general

Idioma: Español

Área de conocimiento: BIOLOGÍA Y QUÍMICA

Campo disciplinar: CIENCIAS DE LA VIDA

Nivel de acceso: Acceso Abierto