Estilos de aprendizaje y prevalencia en el consumo de tabaco en estudiantes de una Institución de Educación Superior en Cuernavaca, Morelos

JUAN BERNARDO RODRÍGUEZ RAMÍREZ

Los estudiantes universitarios pueden lograr una mejor comprensión del problema de salud ocasionado por el tabaquismo al analizar el tipo de estilo de aprendizaje a través del cual se puede considerar una serie de características personales que se relacionan con la capacidad cognitiva y conductual. En este sentido se parte de la idea de que las personas aprenden de maneras distintas según sea el interés o la necesidad de dar sentido a la información que adquieren mediante la interacción de sus propios procesos internos y con los de otros sujetos con los que logran construir y comprender el contexto en el que se encuentra inmerso. De este modo se puede explicar la naturaleza del conocimiento y darle un significado. (Revisar Hipótesis) El propósito de esta investigación es probar la hipótesis que relaciona el estilo de aprendizaje propuesto por David Kolb con la prevalencia en el consumo de tabaco en estudiantes de licenciatura de las comisiones académicas: Ciencias Básicas e Ingeniería, Ciencias Naturales, Ciencias Humanas y del Comportamiento, Ciencias de la Salud, Agropecuarias, Artes, Cultura y Diseño, Educación y Humanidades y Ciencias Jurídicas y Administrativas de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos en el municipio de Cuernavaca. El estilo de aprendizaje para este trabajo se define como el estado dinámico en que las personas utilizan las características cognitivas y conductuales para asimilar y procesar la experiencia (Kolb, 2015), por otra parte la prevalencia se define como: “la proporción de personas que se encuentran enfermas al momento de evaluar el padecimiento en la población” (Fajardo Gutiérrez, 2017, pág. 113). El estilo de aprendizaje hace referencia a la conducta habitual o a la forma en que el sujeto, en este caso el estudiante, interactúa con el entorno, cuya experiencia se conforma de conductas aprendidas, como el fumar (Otero y Ayesta, 2004; Pla García et al.,2016; CONADIC, 2020) que interfiere con los estilos de vida saludable, determinados por patrones sociales: hábitos, conductas y comportamientos, grupales o individuales, definidos por factores de riesgo o protectores para el cuidado de la salud (Maya, 1997, Calpa Pastas et al., 2019). Por ello, no se puede ignorar que si bien en una institución de educación superior se establece la educación formal entendida como el sistema escolar estructurado, organizado y sistematizado, que predispone el acto de fumar como parte del entorno y la experiencia cotidiana (Smitter, 2006) enmarcada por la educación informal. Las estrategias que se aplican para la prevención y disminución de la prevalencia en el consumo de tabaco consideran que la población tiene una estructura cognitiva y conductual homogénea. Esto quiere decir que no se cuenta con un diagnóstico que identifique las características cognitivas y conductuales, que intervienen en el proceso de aprendizaje, y la prevalencia en el consumo de tabaco, con ello poder ubicar grupos de riesgo en la población. Al contar con esta información de un diagnóstico se pueden diseñar estrategias personalizadas. Por lo anterior, la educación superior ha sido y sigue siendo una prioridad para la sociedad, su importancia radica en ser un motor de cambio, inclusive en épocas que se caracterizan por momentos difíciles y complejos causados por la dinámica de los sucesos globales, las personas encuentran en esta, la vía para responder a los acontecimientos que se presentan y lograr una transformación social (Desjardins, 2015 y Prieto-López et al., 2021). Esto resalta el interés en lograr que la educación superior impacte de forma significativa en los estudiantes en temas como el aprendizaje y la salud tomando en cuenta el entorno complejo al que nos enfrentamos actualmente. Dado que las universidades son espacios cada vez más heterogéneos y si sumamos a ello el fenómeno de una pandemia, como lo es la COVID 19 causada por el Coronavirus SARS COV-2, nos encontramos ante un escenario complejo que demanda un esfuerzo por parte de las instituciones de educación superior por ser un motor de cambio que logre mejorar el aprendizaje para el cuidado de la salud. Por ello desde la reflexión filosófica de Edgar Morin y su Teoría de la Complejidad podemos comprender a la educación superior como un sistema que necesita tomar en cuenta la pluralidad de sus estudiantes, pues ambos, sistema y sujetos, se retro alimentan y autorregulan (Morin, 2011). Al respecto Prieto-López et al., (2021) señalan algunas características, desde la teoría de Morin, que se pueden considerar en el proceso aprendizaje de los estudiantes al interior de las instituciones educativas dada su naturaleza compleja, estas son: Heterogeneidad de las partes, el carácter multidimensional, eventos múltiples e interdependientes y la influencia de factores imprevistos que pueden provocar cambios en el comportamiento y los resultados. Considerando la heterogeneidad en el aprendizaje de las personas en función de cómo incorporan la información de su entorno (ALQahtani y Al-Gahtani, 2014), se puede decir que el aprendizaje es el resultado de la actividad constructiva del conocimiento (Biggs, 2006) y en el caso de los estudiantes universitarios se dice que aprenden de la experiencia y de la influencia de otros lo que consolida sus creencias, conocimientos e ideas, en este caso el gusto y decisión por fumar a pesar de tener conocimientos básicos sobre la afección que puede provocar el abuso del consumo de tabaco.

Tipo de documento: Tesis de maestría

Formato: Adobe PDF

Audiencia: Investigadores

Idioma: Español

Área de conocimiento: HUMANIDADES Y CIENCIAS DE LA CONDUCTA

Campo disciplinar: ÉTICA

Nivel de acceso: En Embargo

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