dc.description | La Isla de Cozumel ha sido un lugar de cambios. De ser una isla ritual y de relajación –culto a la
diosa Ixchel– a ser un atractivo turístico. Sin embargo, Cozumel no sólo es objeto de diversión y
relajación, también de una abundante vida científica que ha logrado desarrollarse y coexistir con
la comunidad, formando parte tanto de sus pobladores como de sus visitantes, atrayendo a mucha
gente, no solo por su belleza, sino por su biodiversidad y su quehacer científico.
Hasta mediados de los años cincuenta (1950), la Isla de Cozumel pudiera considerarse poco
explorada y explotada; si bien hay indicios de culturas como la maya que la habían poblado tiempo
atrás (900 D.C.), así como de la intervención española, incluso antes de la llegada de Cortés a
América (1518), solo unos cuántos nativos, descendientes de mestizos escapando de la guerra de
castas la habitaban y explotaban sus recursos con base en la pesca y comercialización del cedro
(Sánchez, 2020).
Se cree que sus playas comenzaron a popularizarse a raíz de las declaraciones del buzo y
oceanógrafo francés Jacques-Yves Cousteau, quien consideraba a Cozumel como uno de los
mejores lugares para ejercer el buceo, ya que sus aguas turquesas otorgaban las condiciones ideales
para la exploración marina, tanto profesional como recreativa. Particularmente, una de las cosas
que más destacaba de Cozumel eran los arrecifes de coral.
Desde principios de los años ochenta, los arrecifes de coral en todo el mundo se encuentran
en una carrera contra reloj por su supervivencia. En particular, la barrera de corales
mesoamericana, de la cual forma parte Cozumel, sufrió episodios importantes del denominado
blanqueamiento o bleaching en 1983, 1998 y 2005, ya que sufrió una pérdida de alrededor del
cincuenta por ciento de corales vivos (Wilkinson, 2008).
A grandes rasgos, esta afección provoca que el pólipo del coral, que es el tejido vivo de la
colonia, se estrese y se vuelva transparente, dejando ver la estructura blanca calcificada (de ahí el nombre). Sin embargo, si las condiciones óptimas se restablecen relativamente rápido, los pólipos,
que conforman la parte superficial y viva del coral, pueden sobrevivir.
Por otro lado, una afección más reciente es la Enfermedad de Pérdida de Tejido de Coral
Duro (Stony Coral Tissue Loss Disease o SCTLD por sus siglas en inglés), documentada
inicialmente en las costas de Florida en 2014 y que se confirmó en las costas de México en 2018.
Dicha enfermedad es similar al blanqueamiento y se puede confundir. No obstante, el SCTLD es
mortal para determinadas especies, algunas de gran importancia ecológica por ser constructoras de
arrecifes, como los corales cerebro (Pseudodiploria strigosa), el coral cuerno de alce (Acropora
Palmata) entre otros, pudiendo matar una colonia entera en cuestión de semanas. Desde 2018 a la
actualidad, esta enfermedad se ha logrado extender por toda la región sur de México, la cual forma
parte del Sistema Arrecifal Mesoamericano (SAM), que se extiende desde la Península de Yucatán
hasta Honduras. | es_MX |