dc.description | Por experiencia propia y formado desde la Antropología Física, el que suscribe se ha dedicado al estudio de los grupos indígenas prehispánicos del norte de México y sur de los Estados Unidos de Norteamérica desde hace veinte años. En el transcurso del tiempo hemos formado diferentes grupos multidisciplinarios con médicos, arqueólogos, biólogos, químicos, entre otros, con el propósito de abordar dicha temática desde diversas ópticas y obtener el mayor número de puntos de vista posibles. No obstante que se han logrado resultados interesantes, considero que sólo nos han permitido acceder al tema de una manera un tanto parcelada y por lo tanto incompleta. El trabajo de campo, el análisis de gabinete, el empleo de técnicas de caracterización de materiales y el análisis de laboratorio (fechamiento, análisis de ADN, imagenología, etc.), no responden cabalmente a un fenómeno absolutamente complejo como lo es el ser humano.
Los grupos indígenas que han habitado y habitan el actual territorio del norte de México han sido excluidos de la historia nacional por el simple hecho de no haberse ajustado a la lógica capitalista de progreso (incluyendo la ideología católica/patriarcal) y en general por no haber adoptado la forma de vida sedentaria que durante muchos siglos de nuestra historia se trató de imponerles, primero por las culturas hegemónicas mesoamericanas, después por la corona española del siglo XVI, durante el virreinato y ya como Estado mexicano a partir de la primera mitad del siglo XIX, sumado a éste los Estados Unidos de Norteamérica.
La capacidad de resistencia que han tenido dichos grupos indígenas a lo largo de siglos es sin duda impresionante y digno de admiración. Sin afanes reivindicatorios, considero que, si bien han sido excluidos, violentados e ignorados hasta el día de hoy por gobiernos y académicos, el papel que han jugado los grupos indígenas del norte de México en la conformación histórico-social de nuestro país es sin duda importante a muchos niveles y se vuelve necesario analizarlo cabalmente y en su justa dimensión.
Se vuelve necesario entonces cuestionar una de las continuidades del imaginario histórico de nuestro país: la definición y descripción de quiénes hemos sido históricamente los habitantes del actual territorio nacional y de sus territorios históricos.
Hasta hace pocos años, en la abrumadora mayoría de las respuestas que se daban
a esta pregunta de quiénes somos, se compartía una distinción de fondo entre los territorios de base poblacional sedentaria, situados de una manera general del altiplano hacia el sur, y los territorios al norte del altiplano y sin límite boreal fijo, en donde el nomadismo y el semi-nomadismo fueron durante siglos las formas dominantes —y en algún momento únicas— de ocupación del territorio. Bueno, esta distinción hecha sobre el territorio atañe, evidentemente, a los pobladores del mismo y hace de esa frontera una línea divisoria entre -para retomar los términos célebres de Sarmiento -“civilización” y “barbarie” (Fábregas, 2005, p. 158). | es_MX |