Mujeres rurales: Los huertos familiares de traspatio como contribución a la soberanía alimentaria

En nuestro país tenemos dos tipos principales de desarrollo agrícola: uno de ellos es la agricultura campesina, orientada al autoabasto y la venta de excedentes en circuitos locales y regionales. Los huertos familiares de traspatio, son un agroecosistema integrado por especies vegetales y animales y los componentes físicos del traspatio, son parte de la agricultura campesina y representan una expresión cultural ancestral para la reproducción de las familias rurales. El objetivo de este estudio fue analizar la participación de las mujeres en la permanencia de estos espacios, su aporte a la soberanía alimentaria en las familias y a la economía familiar por venta de excedentes, se llevó a cabo en las comunidades La Era y Lorenzo Vázquez, de Tlaquiltenango, Morelos. Los temas de análisis son agricultura campesina, familias rurales, mujeres rurales, huertos familiares de traspatio y seguridad y soberanía alimentaria. El estudio tiene un enfoque cualitativo, el acopio de información fue a través de entrevistas y encuestas, que aportan los siguientes resultados: La mujer juega un papel fundamental para la organización y funcionamiento del huerto familiar, obtienen bienes para la alimentación e ingresos por la venta de excedentes, transmiten experiencias y conocimientos a sus descendientes e intercambian saberes con la comunidad. El huerto alberga plantas útiles multipropósito: alimenticias, medicinales, ornamentales, aromáticas, maderables, recreación y sombra. Las ventas son en la comunidad y en mercados locales y regionales, pero también hay intercambio en las comunidades. Las redes sociales son una estrategia novedosa de venta que puede mejorar esta actividad. Los alimentos industrializados generan problemas de salud y nutrición, por ello la importancia del huerto familiar como fuente de provisión de alimentos sanos para la familia campesina. En conclusión, los huertos familiares de traspatio en manos de las mujeres son una herramienta valiosa para construir prácticas de soberanía alimentaria desde las comunidades, pero se requieren acciones de difusión, fomento y educación para sostenerlos como parte de la viabilidad de la agricultura campesina.