dc.description | Estoy recluido en casa, e igual que millones de personas alrededor del mundo, vivo días
enmarcados por la incertidumbre y ansiedad. El SARS-CoV-2, nombre del virus que ocasiona la
enfermedad COVID-19, nos ha orillado al confinamiento como una medida cautelar para evitar
el colapso de nuestro sistema de salud. Las breves excursiones que nos permitimos fuera de casa
procuran realizarse con distanciamiento y nos observamos en los supermercados y otros espacios
públicos con nostalgia de las sonrisas, escondidas ahora detrás de un cubrebocas. El aislamiento
voluntario ha reducido la demanda de transporte físico; camino al supermercado, por ejemplo,
observo menos embotellamientos y avenidas semivacías. Visto desde una escala global, el tráfico
aéreo ha disminuido de forma drástica, como se aprecia en el siguiente video.
Con la disminución de la movilidad y la consecuente desaturación de las rutas de transporte, el
confinamiento nos ha obligado a habitar espacios digitales. Mi teléfono suena más
frecuentemente que antes, pues las conversaciones con amigos y familiares migraron ya hacia los
servicios de mensajería instantánea. A diferencia del tráfico en las vialidades, el de las redes
sociales aumenta en una forma sin precedentes, tanto que se ha experimentado saturación de
servidores de algunas compañías, como Facebook, la cual concentra a la mayor parte de los
servicios de comunicación digital más populares en México, incluyendo Facebook Messenger,
WhatsApp e Instagram. | es_MX |