Álbumes ilustrados de temas tabú: análisis de las estructuras narrativas de cuatro casos

FERNANDO GARCES POO

Al momento de abrir las páginas de un álbum ilustrado¹ normalmente no nos fijamos en la relación existente entre las imágenes y los escasos textos; incluso, para la mayoría de las personas, este tipo de libros no es más que cuentos adornados por “simpáticos” dibujos llenos de color. Sin embargo, esta clase de producto editorial cuenta con características didácticas tan vastas que hasta la historia más sencilla plasmada en una obra de éstas funciona como base para la enseñanza de la lectura, evidentemente primero de las ilustraciones y después del texto. Para comenzar a definir términos es importante entender que los álbumes ilustrados son obras literarias en las que recae la responsabilidad narrativa en la imagen, siendo que en muchos casos el texto adquiere una dimensión secundaria; pero no podemos quedarnos únicamente con que la imagen es más importante en este tipo de libros, los álbumes son mucho más que eso, Evelyn Arizpe y Morag Styles citan parte de la introducción de American Picture Books (1976) de Barbara Bader: El álbum ilustrado es un objeto de estudio en demasía interesante, ya que funciona como herramienta didáctica a partir de la fortaleza de las imágenes para construir la narrativa a través de la composición de los elementos (sintaxis de los enunciados visuales²); aunque en buena parte de los casos existen breves discursos verbales que brindan apoyo a las ilustraciones, a través de la multimodalidad. Es esta estructura retórica multimodal³ (la relación imagen-texto) del álbum ilustrado que lo vuelve un objeto de análisis tan interesante; Perry Nodelman, citado en El arte de ilustrar libros infantiles. Concepto y práctica de la narración visual (2012), habla sobre esta relación multimodal: “el ritmo único de las imágenes y las palabras funcionando juntas es lo que distingue a los libros ilustrados de otras formas de arte visual y textual” (Nodelman citado en Salisbury & Styles, 2012: 90). Estos enunciados son de fácil acceso a los niños –hay que recordar que los pequeños son los receptores del mensaje– siempre y cuando los códigos utilizados en los mensajes, así como el contexto⁴ son reconocibles por ellos, y por ende se pueden identificar con la historia. “El conocimiento que tenemos del mundo que nos rodea se basa en la significación que otorgamos a sus partes diferenciadas, todo lo que no es significativo está fuera del alcance del conocimiento” (Caviano, 2005: 113). En el libro El libro álbum: invención y evolución de un género para niños (1999) Ellin Green menciona la manera mediante la cual Randolph Caldecott introdujo una nueva manera de comunicar a través de las ilustraciones, dejando a un lado las representaciones literales del texto y creando imágenes a través de la interpretación de las palabras, llenando los huecos que el texto no podía llenar; la autora cita a Maurice Sendak, escritor e ilustrador de literatura infantil conocido principalmente por el libro Where the wild things are (1963), quien dice: “[...] en Caldecott hay una yuxtaposición de palabras e imágenes, algo que jamás había sucedido.

Tipo de documento: Tesis de doctorado

Formato: Adobe PDF

Audiencia: Investigadores

Idioma: Español

Área de conocimiento: HUMANIDADES Y CIENCIAS DE LA CONDUCTA

Campo disciplinar: CIENCIAS DE LAS ARTES Y LAS LETRAS

Nivel de acceso: Acceso Abierto