dc.description | La región del estado de Morelos
desde la llegada de los españoles
en el siglo XVI, se dedicó por varios
siglos a la elaboración de azúcar.
La caña de azúcar fue traída por
primera vez en las expediciones de
Cristóbal Colón desde las islas
canarias al nuevo mundo.
Los primeros intentos llevaron a la
instalación de numerosos trapiches
en la Española (Santo Domingo)
durante la primera mitad del siglo
XVI.
El cultivo de la caña no tardó en
extenderse a otras islas del caribe
como Jamaica y Puerto Rico, para
pasar más adelante a tierra
continental, es decir, a la Nueva
España.
El proceso de elaboración del
azúcar que se traía desde España
es aportación de los árabes; éste
en particular, es un proceso
rudimentario pero muy complejo,
sin embargo, ya era conocido y
perfeccionado por los españoles
quienes aprovecharon las
condiciones geográficas,
climáticas y una excesiva
cantidad de recursos naturales
disponibles en el territorio
morelense para el establecimiento
de sus fábricas de azúcar. Las
haciendas azucareras morelenses
iniciaban con el establecimiento
de un trapiche o molino
rudimentario para extraer el jugo
de la caña llamado también
“guarapo”, ya que éste es la
materia prima para la fabricación
de azúcar.
Arquitectónicamente, las
haciendas azucareras se
componían por una parte
habitacional, donde los propios
dueños y/o el administrador (según
sea el caso), disponían de espacios
arquitectónicos para realizar
actividades de la vida cotidiana,
era propiamente donde vivían y
controlaban toda la hacienda.
Y, por otro lado, se encontraban
también, los espacios y elementos
arquitectónicos destinados a la
producción del azúcar, que en
realidad eran la razón de ser de la
hacienda, y lo que generaba
ganancias.
Sin embargo, en los límites
geográficos del estado de Morelos
no solo existían haciendas
dedicadas a la elaboración de
azúcar, (aunque este giro era el
que más abundaba), también
había haciendas de labor, de
beneficio de metal, alcoholeras, e
incluso donde se producía harina
de trigo. | es_MX |