Manejo y gestión del agua de riego en la región sureste del estado de Morelos: un análisis en el ejido de Tepalcingo.

En México la gestión del agua y la producción agrícola representa un problema de seguridad alimentaria y seguridad nacional. Los datos arrojan que el 77% del uso y aprovechamiento del agua está destinado para el sector agropecuario, el 14% es de uso público, el 5% es para la generación de la electricidad a través de termoeléctricas y el 4% está destinado a la industria (Arreguin Cortés, et al, 2010: 54). De las 198 millones de hectáreas a nivel nacional, 27 millones de hectáreas están dedicadas a la producción agrícola. De éste total, 5.5 millones de hectáreas cuenta con infraestructura de riego que representan el 20.3% y 21.9 millones de hectáreas no cuenta con ninguna infraestructura de riego y los ciclos agrícolas se rige bajo los ciclos naturales del temporal (Torres Torres y Rojas Martínez, 2018: 143). Una de las tendencias que muestran varios estudios es que la disponibilidad del agua para satisfacer necesidades humanas ha venido decreciendo en las últimas décadas y la sobreexplotación de acuíferos ha venido en aumento (Moreno Vázquez et al, 2010:86), esto debido principalmente al crecimiento de la demanda del uso hídrico, siendo la intensificación de la producción agrícola una de las razones de dicha sobreexplotación. Y está dinámica se observa de manera muy transparente cuándo a lo largo del siglo XX se ha introducido una dinámica agroindustrial intensiva en la producción agrícola donde las demandas de agua se han intensificado. En México la gestión del agua que actualmente se desarrolla es resultado de un proceso histórico complejo que se ha establecido desde el siglo XX. Después del movimiento revolucionario de 1910 los recursos hídricos quedaron en manos de la nación, dejando a los pequeños productores usufructuar del agua para fines de impulsar la producción agrícola.