De la apropiación a la desapropiación del cuerpo
La actividad política es la que desplaza a un cuerpo del lugar que le estaba asignado o cambia el destino de un lugar; hace ver lo que no tenía razón para ser visto, hace escuchar un discurso allí donde sólo el ruido tenía lugar, hace escuchar como discurso lo que no era escuchado más que como ruido. Jacques Rancière, El desacuerdo. Política y filosofía El cuerpo atraviesa la historia como algo que deviene y que lucha. Friedrich Nietzsche, Así habló Zaratustra Nuestro interés en esta investigación surge a partir del cuestionamiento a una gran parte del estado del arte contemporáneo visual en el que observamos una ruptura de comunicabilidad en el lenguaje artístico, o una falta de “herramientas” para su comprensión, y por lo tanto proponemos el análisis discursivo y estético a partir de la perspectiva de Friedrich Nietzsche. El origen del arte contemporáneo nacido en las décadas de los años sesenta y setenta generó nuevos paradigmas en la historia del arte, principalmente en Europa y Estados Unidos. Las nuevas formas del lenguaje artístico descolocaron al objeto como obra y exploraron estrategias estéticas de ésta que enfatizaron el proceso y sus experiencias. Así, surgen propuestas artísticas y posicionamientos políticos como: el happening, la performance, el movimiento situacionista, Fluxus, el arte conceptual, entre otros. Uno de los fundamentos de las nuevas formas del arte es el cuerpo, que, desde entonces, ocupará un lugar privilegiado en el arte contemporáneo. Pensamos que la necesidad del cuerpo como experiencia responde en gran medida al contexto histórico vivido en estas décadas y que llevó a los artistas hacia la apropiación del cuerpo como territorio político. Así mismo, los argumentos teóricos (artísticos, filosóficos, científicos, etc.), dieron lugar a una mutación del lenguaje artístico que aún lo mantiene en tensión. Por otra parte, al enfocarse en el proceso o acciones aparece el registro o documentos que muy pronto serán la nueva mercancía del arte contemporáneo; confirmación de la capacidad de los procesos de producción del sistema capitalista. En los años noventa del siglo pasado, el mundo se transformaba en un dominio global del capitalismo, lo que aumentó desmedidamente el poder del mercado en el arte contemporáneo que ya se había encargado de institucionalizar las nuevas formas del arte haciendo olvidar el posicionamiento político de su origen. Se apostó por el fin del arte que llegó a interpretarse como la muerte del arte, ya sea por su falta de comunicación o por los cambios de paradigmas que mostraba. Así las cosas, el arte ha adquirido una forma espectral, incorpórea. Por su parte la filosofía de Nietzsche nos permite representar un arte totalmente corpóreo, en el sentido también fisiológico. Un arte justificado por la vida y por ende habitado por el cuerpo. Nietzsche representa y describe una estética que se vincula con una ética por su comunidad con la vida. [...] Nosotros percibimos aquí el arte como función orgánica: lo encontramos incrustado en el instinto más angelical de la vida: lo vemos como el estimulante más grande de la vida, -el arte, así pues, adaptado a sus fines de manera sublime incluso en los casos en que miente... pero nos equivocaríamos si nos quedásemos en su fuerza para mentir: el arte hace más que meramente imaginar, el arte desplaza incluso los valores.1 Se trata de una estética afirmativa, una estética que parte y es generada por la necesidad creativa y vital. Una estética que se muestra impetuosa ante la vida, porque ella misma es también, la vida. Por lo tanto, el arte para Nietzsche y su función es la exaltación de la vida. En contraste, el mundo capitalista contemporáneo se afana con insistencia en la negación de la vida, y en ello, niega también la capacidad creativa. Mundo que, en la anulación de la vida, desde la visión nietzscheana, anula también el arte. Visto así, el mundo contemporáneo ha resuelto llevar ⸻transportar⸻ al arte en su fracaso. Para el mundo contemporáneo el arte y la vitalidad parecen haber fracasado y los cuerpos, aún el del artista, quedan incluidos en dicho fracaso. Por ello, se pone bajo sospecha la decadencia de los discursos corporales capitalistas. Así las cosas, surge la pregunta: ¿Por qué y en qué sentido un llamado a la estética de Nietzsche y a la apropiación del cuerpo como territorio político (de resistencias) puede ser benéfico para revitalizar el arte actual? Entendido el arte también como vida. El estado del arte contemporáneo y la filosofía de Nietzsche son detonadores de dicha cuestión. Y nos parece que, entre los debates del siglo XXI, el del cuerpo es fundamental.
Tipo de documento: Tesis de maestría
Formato: Adobe PDF
Audiencia: Investigadores
Idioma: Español
Área de conocimiento: HUMANIDADES Y CIENCIAS DE LA CONDUCTA
Campo disciplinar: ÉTICA
Nivel de acceso: Acceso Abierto
- Colección Tesis Posgrado [2717]
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